Fraser Island es la isla de arena más grande del mundo. Para acceder a ella hace falta un todo terreno y como no está asfaltada, toda la conducción se hace a lo largo de la playa o a través de las dunas. Por este motivo, los operadores turísticos se ponen las botas cobrando unos 400$ por pasar dos noches en la isla y visitar cuatro puntos básicos. Por suerte, nosotros tenemos nuestro propio vehículo y aun así duele pagar 160$ por el ferry, más toda la gasolina que chupa este bicho. No demasiado ecológico, ejem ejem…
Moverse por la isla es totalmente dependiente de las mareas. El acceso principal y el más fácil es a lo largo de la larguísima playa de la costa oeste. De hecho, el tráfico rodado está prohibido en la otra costa. A partir de ahí se pueden ir haciendo incursiones al interior para visitar varios lagos y hacer caminatas. Entre las atracciones principales están el Lago McKenzie, con una de las aguas más claras que he visto jamás y Eli Creek, un torrente de agua dulce que nace en la selva del interior y va a morir al mar. Se puede ir caminando por una pasarela torrente arriba y dejarse llevar por la corrinte hasta llegar a la orilla del mar! Un poco más al norte, prisionero en la arena, está el esqueleto oxidado del Maheno, un barco que quedó varado en 1935. Durante la marea baja, te puedes acercar bastante y observar, a través de los ojos de buey, los peces que han quedado atrapados en su interior. Y para acabar, las maravillosas Champagne Pools, unas piscinas naturales que quedan al descubierto en bajamar. Está prohibido meterse en el mar, por las corrientes y por los tiburones, así que este tipo de lugares vienen muy bien para darse un chapuzón.
Una de las cosas que más me ha gustado de la isla es poder observar al dingo en libertad. Se trata de una especie de perro salvaje monísimo. Toda la isla está plagada de carteles advirtiendo del peligro de estos animales, prohibiendo darles comida, etc, pero los ejemplares que he visto yo son timoratos y muy observadores. Por supuesto, algunos se han vuelto agresivos porque los turistas los han querido tratar como mascotas, dándoles comida, y olvidando que se trata de animales salvajes.
Fraser Island, dunas gigantes, lagos cristalinos, bosque tropical y dingos. Los aborígenes la llaman K’Gari, paraíso, pero tampoco es para tanto. Ha sido una experiencia 4×4 muy chula, pero creo que la isla está un poco sobrevalorada.